Un cuerpo a nuestro gusto

Un cuerpo a nuestro gusto

¿Qué pasa cuando una lesbiana poco femenina (para entendernos) sufre una mastectomía? En cierta ocasión oí el comentario: “Bueno, a ella no le afecta tanto”. Claro, como que es el símbolo de la feminidad por excelencia, no nos debe afectar. De hecho, es como si nos cortaran las uñas; donde se ha visto una lesbiana poco femenina con las uñas largas y esmaltadas? Viva el tópico!

Una parte de lo que pasa os la puedo contar. Si lo que quiere es hacer desaparecer la voluminosidad del otro pecho por una cuestión bien sea de estética, bien de equilibrio, lo deberá pagar del propio bolsillo. “La reconstrucción -le dirán- sí entra, pero la mutilación no”. O sea que, si quieres arreglar el pecho ausente siguiendo parámetros normativos, heteropatriarcales, etc. ningún problema, te financia la Seguridad Social, pero si quieres tener el cuerpo a tu gusto, después de todo lo que has sufrido, estarás cometiendo una abominable amputación de tu media feminidad preservada. Sólo en cuestión de rascarse el bolsillo, este acto puede ser equiparable al glamouroso ejercicio de hincharse los pechos con silicona para lucir feminidad auténtica y sin fisuras.

Es genial! Os cuento un caso. Una mujer con doble mastectomía va a la consulta de un cirujano plástico interesándose por una nueva técnica que consiste en quitar grasa de la barriga para implantarla en la mama. Un sistema ideal para que, además de no provocar rechazo, bien a ser un dos por uno: te quitan el Mixel y te ponen las tetas al tamaño que elijas. Bueno, si lo eliges todo como el cirujano quiere que lo elijas. Esta mujer-cuya identidad no revelaré, pero quien tenga un poco de ojo ya lo imagina-, le dice que sólo se quiere arreglar un pecho, dado que el otro se lo removieron demasiado y ya lleva decorado con un tatoo que hace flipar. Respuesta del médico: “Ah, no! De ninguna manera! Haremos ambos y lo haremos bien. Y no la dejaré que se quede a medias “. Ole, los pimientos del facultativo! O te pones los pechos como él quiere o no te lo hace. Pero de su prepotencia nadie se estremece y sí, en cambio, de que la señora quiera sentirse cómoda con su cuerpo y modelarlo siguiendo ideas que traspasan el binarismo de géneros. De ello algún cirujano o cirujana plásticos ha oído hablar? Diría que no. No, al menos aquellos y aquellas con las que nos hemos encontrado. A otra mujer, cuando le contó a la médica su deseo de dejar el pecho que le queda a la medida de señor, ésta le dijo: “¿Dónde está la cámara oculta? Esto es lo más surrealista que me han pedido nunca! “. Pero, al menos, ni se negó ni le dijo que si lo hacía lo haría a su gusto y no al de la paciente.

La idea del cuerpo como “lugar legítimo de discurso” o, simplemente, la riqueza de la diversidad no encajan en el sistema sanitario. Los y las teóricas de los movimientos trans bien lo ponen de manifiesto y, con todas sus discrepancias, se han unido y dan caña. Las mujeres poco femeninas con mastectomía no tienen ningún referente-de nuevo la falta de referentes-, por eso, aprovecho la plataforma que me brinda IdemTV y dirijo las interesadas hacia un blog donde pueden encontrar iguales, compartir experiencias y hacer presión común ante las irrazonables situaciones con las que se pueden encontrar. Que habrá otros lugares, seguro, pero llegará, sin duda, a partir de este http://marimachoscancerosas.blogspot.com.es/. Confieso que el nombre me desagrada y que no estoy del todo de acuerdo con las teorías de la resignificación del insulto, pero esto, ahora y aquí, es secundario, lo importante es que no estás sola.

 

Isabel Franc, se dio a conocer al mundo de la literatura con su primera novela Entre Todas las mujeres (Tusquets 1992), una obra insólita que fue finalista del Premio La Sonrisa Vertical. Es la autora de la celebrada Trilogía de Lola Van Guardia, editada por Egales. En 2010 publica, conjuntamente con la dibujante Susanna Martín, Alicia en un mundo real (Norma cómic) una novela gráfica sobre el cáncer de mama, que recibió el Premio Jennifer Quiles 2011. Ha sido la ganadora del IV premio Terenci Moix de literatura LGBT con la novela Elogio del Happy End