Gandia ha acogido este fin de semana los 26 Encuentros Estatales LGTB y es la segunda vez que lo hace. Una ciudad que cuenta, de hace años, con dos entidades LGTB consolidadas como son el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuals y Bisexuales de la Safor-Valldigna (CLGS) -que ya organizó los Encuentros de 2008- y Independence Gay -que ha coorganizado los de este año con el ámbito LGTB de Comisiones Obreras del País Valenciano. Ha sido un espacio de debate y reflexión sobre la situación del movimiento LGTB y sus reivindicaciones pendientes. Los Encuentros establecen cuáles serán las prioridades de las entidades en el próximo año y por lo tanto cuáles serán sus principales líneas de trabajo. A los que no estén “puestos” en la materia les puede sorprender que todavía queden “reivindicaciones pendientes” al movimiento LGTB. En Gandia se han producido unos hechos que responden al porqué se tiene que seguir haciendo activismo LGTB: hi ha hagut una agresión a dos activistas LGTB. En esta localidad valenciana se han reunido las dos caras de la moneda en lo que a la realidad LGTB se refiere: los debates más avanzados en materia LGTB y, a la vez, se ha producido un agresión verbal e intento de agresión física a dos personas LGTB bajo las palabras: “maricones de mierda dadme todo lo que tengáis u os pincho con una navaja”.
Lo ocurrido en Gandia muestra la doble cara de la moneda respecto a la realidad LGTB: si bien vivimos en uno de los estados más avanzados en materia de derechos LGTB, también es verdad que queda mucho para lograrlos de forma efectiva. Y la agresión del pasado viernes en Gandia es un claro ejemplo y, desgraciadamente, no el único. Cómo señalábamos a la editorial LGTBfobias visibles e invisibles la discriminación que todavía sufre el colectivo sólo se visibiliza cuando esta es una agresión física y no tanto cuando se produce mobbing, acoso, bullying o cualquier otro tipo de discriminaciones. Eso genera la sensación, falsa, de que está todo resuelto. Hay, además, LGTBfobias cotidianas que tenemos asumidas como normales y contra las cuales ya no nos quejamos pero que tenemos que cambiar: como el tratamiento a los medios de comunicación o la exclusión en la educación de la diversidad afectivo sexual como un derecho y una realidad social, entre otros ejemplos.
La mayor normalidad y visibilidad del colectivo molesta a las personas LGTBfobicas que refuerzan sus actitudes discriminadoras como ha pasado, por ejemplo, en Francia cuando se aprobó la extensión del derecho a matrimonio para gays y lesbianas. Pero esto no nos tiene que parar porque también hay referentes positivos y opciones para mejorar nuestras libertades. En Catalunya hemos dado un paso de gigante al respeto. Muy recientemente se ha aprobado la ley contra la LGTBfobia. Tenemos la herramienta, la vacuna, a esta enfermedad social que es la LGTBfobia, o cualquier tipo de odio a la diversidad sexual, afectiva, cultural, étnica, etc. Lo ocurrido en Gandia no es más que muestra de lo que hemos avanzado y nos tiene que servir de aviso de lo que todavía nos queda pendiente para avanzar. Es más, agresiones como las ocurridas en Gandia, no tienen que hacer más que impulsarnos para que redoblamos esfuerzos y luchas para garantizar de forma efectiva nuestros derechos con un objetivo claro: necesitamos leyes y políticas públicas que garanticen nuestros derechos y este es nuestro próximo paso como movimiento. Y ésta ha sido una de las reivindicaciones aprovadas en los Encuentros.