La Televisión de Catalunya emitió, con cinco minutos de censura, el documental Ciutat Morta en la que se relatan los hechos ocurridos después del 4 de febrero de 2006.
Ha sido un éxito de audiencia, ha despertado muchas conciencias y evidenciado situaciones que, para muchas y muchos, son demasiado cotidianas. Ciutat Morta ha destapado una trama llena de errores, desidias, complicidades administrativas, torturas y prácticas pseudomafiosas, que han removido la conciencia de nuestra sociedad.
Patricia Heras “TransFeminista y gótica, siniestra, romántica, madrileña de impura cepa, involucrada en la movida postporno y queer de Barcelona“, como la definen en un blog sus compañeras y amigas, fue detenida por su estética. Una cabeza de turco, como el resto de detenidos.
Pero quizás este es sólo un ejemplo. Tenemos otros casos en los que se repiten errores y torturas, impunidad y ocultamiento; Todas y todos recordamos Juan Andrés Benítez, otro caso que ha sido convulso y que afecta también a los cuerpos de seguridad. Los errores cometidos y los errores voluntarios, la falta de transparencia de las administraciones… o el acoso a locales LGTB por parte de la administración que, en otra línea, también es una constante.
Son sólo ejemplos. Quizás conviertidos en símbolos, unos símbolos que han costado vidas. Vivimos la LGTBfobia, el racismo y la exclusión, no sólo en países donde el estado de derecho no funciona, no sólo de l amano de elementos sociales radicales o conservadores. Vivimos la LGTBfobia, el racismo y la exclusión dentro del propio sistema.